La tendencia de escribir a las mujeres desde la misma perspectiva y siguiendo unos patrones cuadriculados no afecta únicamente a la caracterización de personajes ficticios, sino que, en nuestra sociedad, refuerza los estigmas e ideas patriarcales que se tienen sobre las mujeres.
A la hora de desarrollar a un personaje femenino, ya sea en literatura, cine, teatro o cualquier rama artística, casi siempre podemos ver un perfil de mujer que encaja con alguno de los tópicos misóginos, sexistas y clasistas que hemos visto en multitud de películas:
- El principio de Pitufina
Esto ocurre cuando la gran mayoría de los personajes son masculinos y solo aparece un único personaje femenino con un mínimo de protagonismo. Un claro ejemplo y al que se debe el nombre es la Pitufina de Los Pitufos, siendo la única mujer dentro de una sociedad de hombres. Podemos ver este caso también en algunas de las películas de DC o Marvel, compuestas por un grupo de superhéroes con una única mujer integrada.
- Solo son el interés romántico
Esta es fácil: si el protagonista es un hombre, la mujer aparece con el único fin de enamorarlo. Su objetivo en la historia es ser el interés romántico del protagonista, ¿nos suenan de algo las pelis de James Bond?
- No tienen trama ni conflictos propios y, además, se mueren
Los personajes femeninos aparecen para ayudar al personaje masculino a prosperar o, sencillamente, mueren (o son violadas o secuestradas), desencadenando el conflicto, haciendo que el héroe inicie su lucha o venganza. Esto ocurre mucho en el mundo del cómic y las escritoras lo han apodado como “la mujer en la nevera”.
- El maestro siempre es un señor
Siempre que las mujeres aprenden algo relevante en la historia, ya sea una religión, un tipo de combate, un trabajo, etc. se lo ha enseñado un hombre, un señor mayor, sabio, ermitaño, que la estaba esperando para hacerla su aprendiz. Esto es como la vida misma, cuando los señores nos quieren dar lecciones.
- Solo se describe con detalle la belleza de los personajes femeninos
En las descripciones de los personajes se hace especial hincapié en la belleza de las mujeres, en su físico, en su cara, sus ojos, su tez, sus labios, sus mejillas…, mientras que cuando aparece un personaje masculino, las descripciones son acerca de su historia, su vocación, su familia.
- Si aparece algún personaje experto nunca es una mujer
Muy sencillo, cuando se hace una aportación técnica o experta, viene de la boca de un hombre y, a ser posible, quedando por encima de la mujer. El clásico mansplaining de toda la vida.
- La interrumpen constantemente y no la toman en serio
El resto de los personajes no la respeta, no aceptan sus ideas, no la toman en serio y, en los diálogos, la interrumpen. Algo que sucede muy a menudo en la vida real…
- No hay luchadoras o guerreras
Cada vez hay más superheroínas, pero aún queda mucho para igualar la balanza. Muchos hombres defienden que no es real que las mujeres sean las que luchen cuando “nunca ha sido así”, pero, si tu argumento es ese, piénsate eso de escribir dragoncitos. Además, las vikingas y las valkirias no opinan lo mismo.
- Resuelve sus problemas usando su sexualidad como arma
Un claro ejemplo de la creación de la “Mujer Fatal” y de cómo han tenido que mitificarnos y sexualizarnos para: 1. empoderarnos falsamente y 2. condicionarnos y hacer ver que “solo las educadas y bien habladas” son de fiar.
- Son siempre jóvenes y atractivas
Uno de los mayores tópicos. Las mujeres bebemos agua de la fuente de la juventud eterna y las patas de gallo y las bolsas son un mito. ¿Cuántas mujeres protagonistas conocemos mayores de 45 años? O parecemos jóvenes eternamente o nos olvidamos de protagonizar películas, cosa muy contraria en el género masculino. Ellos consiguen ser respetados, reconocidos como hombres atractivos, con papeles importantes y no paran de tener trabajo a pesar de cumplir años. Si no, que se lo digan a Tom Cruise, Brad Pitt, Leonardo DiCaprio, Johnny Depp, Cillian Murphy, etc.
Además, suele pasar que, cuando les acompaña un personaje femenino, ya sea con interés romántico o no, casualmente, es mucho más joven que ellos.
- La mujer fantasma (protagonista pasiva)
La protagonista no aporta nada relevante a la trama principal. Las grandes resoluciones, ideas, acciones, conflictos, etc. no las lleva a cabo ella, sino un personaje masculino. Por ejemplo, en la película Malena, a la protagonista únicamente se le reconoce por sus relaciones con hombres y no se desarrolla como un personaje más que eso. No la llegamos a conocer en toda la película.
- Necesitan ser salvadas
Incluso en novelas de fantasía donde las mujeres son las elegidas para salvar el mundo, un hombre las tiene que rescatar. Esto es denominado como el “Síndrome de la Cenicienta”, la necesidad de que un príncipe azul nos solucione la vida.
- Solo hablan y se preocupan de sus relaciones amorosas/hijos
Según el Test de Bechdel, uno de los requisitos para cumplirlo es que las mujeres hablen de otra cosa que no sea hombres, y esto, desgraciadamente, no suele pasar mucho. Las conversaciones suelen estar ligadas a sus relaciones con hombres, a la familia y a la maternidad.
- El resto de mujeres son competidoras o enemigas
Suele ocurrir que, los personajes femeninos entre sí, como su objetivo es romántico, tienden a pelearse y envidiarse para conseguir estar con el protagonista. Así como podemos ver amistades masculinas, las amistades femeninas son más difíciles de ver.
Estamos seguras de que habéis visto estos tópicos muchísimas veces en el cine y os vienen miles de películas a la cabeza. Aunque cada vez son más difíciles de ver, cuesta sacarselos de la cabeza y, por eso, hay que seguir exigiendo personajes reales, que nos representen, con matices, con desarrollo y con protagonismo e intención en las tramas. No como un mero objeto decorativo y pasivo.