La directora señala la importancia de los cortometrajes y los festivales en la industria audiovisual

Alba Pino es una directora de cine gallega. Se formó en el Instituto de Cine de Madrid y ha creado la productora Matria Films, donde desarrolla sus cortometrajes. Pino ha recibido diversos premios y nominaciones en festivales de cine a nivel nacional e internacional por trabajos como Clara, Y, luego, ella o, más recientemente, Morriña. Actualmente, compagina su trabajo en la agencia de publicidad Fandom con la dirección cinematográfica y la docencia. Su último cortometraje, Des(a)mor, se está distribuyendo en festivales, y está trabajando en sus siguientes proyectos: su primer largometraje, que se encuentra en fase de preproducción, y Corre, Adela, un cortometraje que se estrenará este 2024.

Alba Pino estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad de Santiago de Compostela y Dirección Cinematográfica en Madrid – Fotografía cedida por Alba Pino

Pregunta. ¿Cómo ha evolucionado tu relación con el cine a lo largo de los años? 

Respuesta. Desde siempre he sido muy peliculera y me ha gustado mucho escribir. Leía un montón de cosas frikis, rollo fanfictions de Harry Potter, así que un día empecé a hacer mis propias historias. Entonces me metí en Comunicación Audiovisual y ahí empezó todo. Hice mi primer corto en tercero de carrera, más o menos, y luego ya me pasé al Instituto de Cine en Madrid, donde hice tres años de máster. Y luego ya he creado mi productora, Matria Films.

¿Tuviste dudas sobre si estudiar Comunicación Audiovisual era la decisión correcta? 

Todas y cada una de ellas. Esta pregunta me la haces hace cinco años y a lo mejor te digo: “No estudieis la carrera, id directamente al Máster, que es donde realmente aprendí”. Pero ahora sí que valoro el haber hecho la carrera porque al final me dio la madurez de encarar luego el máster con más ganas. Las carreras de letras sirven un poco para eso, para encontrar tu voz y tener claro por dónde te tienes que enfocar, aunque haya mucha paja entre medias. Es un impulso para el máster y para la vida laboral.

Mi consejo es que todos los jóvenes que quieran emprender lo intenten y que se equivoquen un millón de veces. Aunque el camino sea tormentoso, prometo que vale la pena

En tu libro Al menos no llueve (2021) comentas que, sin contar el TFG, hiciste solo un cortometraje en toda la carrera.

Sí. Es una locura. Ahora se han actualizado las carreras, pero cuando nosotros llegamos allí era todo teoría y los profesores decían que no había trabajo, que nadie iba a currar… Y joder, lo que he vivido en mi vida laboral es que sí hay trabajo, porque al final el vídeo y las redes están cada vez más a la orden del día y se necesita mucha gente como nosotros.

Respecto a cómo se enseña el cine en las aulas, ¿se pone el foco en las grandes estrellas como Scorsese o Spielberg en lugar de mostrarnos el trabajo de artistas menos conocidos?

Totalmente. Es muy importante ser realista con los jóvenes y con sus expectativas. A mí me pasó eso. Los ejemplos siempre eran tremendamente lejanos. Entonces te preguntas: “¿Qué he hecho mal? ¿No he hecho lo que mis ídolos hicieron?” No, no lo has hecho porque no has tenido las oportunidades que ellos tuvieron.

Hay muchas circunstancias que se escapan a nuestro control, y poner el foco siempre en esta gente genera frustración, porque dices: “¿Por qué no puedo ser Spielberg si tengo buenísimas ideas?” Pues porque al final eso corresponde a una generación de directores muy prolíficos y se juntaron una serie de factores como el dinero y la suerte. Y es algo de lo que no se habla. Porque recae todo el peso en los jóvenes. Os dicen: esfuérzate, trabaja, sé creativo, sé todo. ¿Y si lo eres todo y aun así no te sale? Hablemos también de eso, porque a lo mejor tú estás ahí todos los días, pero no tienes suerte.

Alba Pino dirigiendo el cortometraje Corre, Adela (2024) – Fotografía cedida por Alba Pino

¿Es difícil entrar en la industria del cine español?

A ver, me encantaría ser positiva y, de hecho, lo voy a ser, pero voy a empezar primero por lo negativo: es superdifícil. Porque al final el cine español no es una industria tan profesionalizada como otras. Aquí todavía no se concibe como un sector excesivamente beneficiario. Entra gente constantemente, pero también sale gente constantemente. Y luego está el núcleo; la gente que reconocemos y que vemos por la tele. Si quieres estar ahí, es difícil, eso está claro, pero no es imposible tampoco. Y eso hay que tenerlo muy presente.

Si quieres ser técnico es posible que sea más fácil entrar en la industria. Es decir, empezar siendo auxiliar de sonido o de montaje y, a partir de ahí, entrar en la industria de alguna manera. De hecho, mi montadora está haciendo ese recorrido. Empezó como auxiliar de montaje y poco a poco está yendo a series y pelis de envergadura. Si quieres ser director, actor o guionista es más complicado, pero no imposible. No me canso de decirlo: el cine español necesita voces nuevas; nuevos líderes que nos cuenten cuál es su realidad. Mi consejo es que todos los jóvenes que quieran emprender lo intenten y que se equivoquen un millón de veces. Aunque el camino sea tormentoso, prometo que vale la pena.

Es duro cuando de repente tienes que pagar facturas y olvidarte de muchas cosas que te gustan para financiar tu corto, y que luego no tenga el resultado que te imaginabas

¿Por qué decidiste embarcarte en la aventura del podcast Solas en casa junto a la actriz y escritora Lidia Galiana?

Yo siempre he tenido esa idea. He querido hacer esto muchísimas veces, pero nunca he encontrado la compañera o el compañero ideal. Entonces lo dejé pasar durante un tiempo. Ya conocía a Lidia del Instituto de Cine. Estábamos en el mismo punto de la vida e hicimos un corto juntas, De(s)amor, que nos unió muchísimo. A partir de eso, retomé estos pensamientos de crear un programa y lo terminamos haciendo juntas.

Habláis sobre vuestra experiencia en el cine. ¿En algún momento pensaste en tirar la toalla?

Muchísimas veces. Sobre todo porque siempre he estado muy sola tirando de los proyectos, y para sacar los cortometrajes adelante los he tenido que financiar con mi dinero. Normalmente los cortos siempre son a fondo perdido. No conozco a nadie, prácticamente nadie, que haya rentabilizado la inversión que hizo en un cortometraje. Es duro cuando de repente tienes que pagar facturas y olvidarte de muchas cosas que te gustan para financiar tu corto y que luego no tenga el resultado que te imaginabas.

Pero, a pesar de la parte negativa, este trabajo merece la pena, porque los días de los estrenos son los más felices de mi vida. Vemos cine, hablamos, discutimos… Y se sueña. En ese momento, como todavía no ha pasado nada, ni lo bueno ni lo malo, se sueña siempre hacia arriba. Así que sí, he pensado en abandonar muchísimas veces, pero hay que seguir. Si no te lo dices tú, no te lo va a decir nadie.

No es tanto romper el patriarcado en el cine, sino romperlo en todas partes. Va a ser muy difícil que el mundo del cine cambie si el mundo no cambia

¿Dedicarse al cine es todavía más difícil para las mujeres?

Supongo que sí es más difícil. Las cuotas están ahí, inevitablemente, y al final ves la lista de mejores películas en los Goya o vas a la taquilla y la mayoría son tíos. Está claro que la sociedad patriarcal existe, pero no solo en el cine, sino en todos los ámbitos de la vida. No es tanto romper el patriarcado en el cine, sino romperlo en todas partes. Va a ser muy difícil que el mundo del cine cambie si el mundo no cambia.

Está naciendo una generación de grandísimas directoras. Estoy deseando tener 60 años para ver esas películas, que van a ser increíbles

¿Has llegado a vivir algún tipo de discriminación por ser mujer en la industria?

¿Sabes qué pasa? Que he tenido la suerte de que desde el principio siempre me he rodeado de mujeres. Todas mis directoras de fotos han sido chicas, mi montadora es chica… Entonces no te sé decir si me han discriminado por ser mujer o no.

En el mundo del cortometraje, como lo vivo a pequeña escala, no lo he sentido. Sí que he visto algún festival con sección para cortos de mujeres. Es decir, para que haya solo cortos de mujeres, y eso no me gusta mucho, porque es discriminación positiva. Es como: “Ah, y las chicas. Sí, ese sector que es la mitad de la población, esa gente que no importa”.

Pero también hay festivales como Directed by women. Yo voy todos los años porque conozco a directoras potentísimas, y me flipa que sea un festival dedicado a eso. Pero los festivales que hacen esas secciones no me gustan especialmente, porque me parece que restan importancia a las directoras, como si fuesen cortos de segunda.

Alba Pino en el rodaje de Corre, Adela (2024) – Fotografía cedida por Alba Pino

Claro, el mundo está marcado por la mirada cisheteropatriarcal, y eso se proyecta en el arte. ¿Crees que esto ha influido en cómo construimos la sociedad?

Totalmente. Las herramientas artísticas nos sirven para marcar generaciones. Una generación tiene una mirada sobre la sociedad que al final es el reflejo de lo que en ese momento de la historia se piensa entre los jóvenes. Y a mí, cuando crecí, me faltaban muchos referentes femeninos. Yo no me enamoré de Star Wars desde el principio porque solo había una tía. La falta de referentes femeninos es muy grande, y necesitaba identificarme, porque al final los niños jugamos a eso. Lo bueno es que ahora las niñas tienen más referentes, y estoy contenta. Está naciendo una generación de grandísimas directoras. Estoy deseando tener 60 años para ver esas películas, que van a ser increíbles.

En muchas de tus obras, como (no) me pasa, micro o A mi manera, buscas dar visibilidad a personajes femeninos, personajes LGBT y a enfermedades como los TCA. ¿Por qué es importante hablar sobre estos temas?

Hay que darle visibilidad a todo. El objetivo es que alguien pueda ver uno de mis cortos y sentirse identificado y comprendido; el entendimiento con personas desconocidas que de repente dicen: “Ostras, es que esto me ha pasado a mí y ya no me siento tan sola”. El arte hace que personas que no se conocen y que tienen problemas distintos y vidas distintas, de repente, puedan conectar con algo.

En tu cortometraje Al menos no llueve (2020), se muestran las expectativas que tiene la gente sobre quienes trabajan en la industria cinematográfica, como tener que hacer películas o ser famoso. ¿Por qué crees que pasa esto?

Porque la gente piensa a lo grande, como el que dice que es actor. Preguntan: “¿Y dónde has salido? Dime la serie”. Y si no ha salido en nada, pues es un fracaso. ¿Y cómo vemos el cine? En una sala de cine, nunca mejor dicho. Y el resto de formas como la publicidad, las redes o los cortometrajes no existen.

Ese corto está basado en hechos reales. He tenido esa conversación cientos de veces, de decir que soy directora de cine y que me pregunten: “¿Qué película?”. Y yo: “Pues no, no he hecho ninguna película”. Entonces no les interesa. Y les digo que trabajo en una agencia o que tengo una productora y les da igual. A lo mejor, si les dices que conoces a algún actor famoso, entonces tienes su atención, porque han identificado algo que les parece bien.

El capítulo 10 se lo dedico a crecer en este mundo de locos, sacar cortos como “Des(a)mor”, y uno nuevo que voy a sacar el mes que viene, que se llama “Corre, Adela”

¿Los festivales de cortometrajes están invisibilizados?

Están los grandes, ¿no? Seminci, Gijón, Málaga, Sitges… Pero ya está. Entonces sí, están muy invisibilizados, pero son sitios muy guays, la verdad. Por ejemplo, Sitges es superdivertido. Peña muy loca por todas partes, ves un montón de cine, conoces a un montón de gente, te ríes, y es que es muy guay. Y viene muy bien que te sientas querido, porque en una profesión tan solitaria como esta nunca recibes feedback. Entonces mola que de repente vayas a un festival de cortos y te encuentres a peña igual de loca que tú y podáis hablar de vuestros cortos.

Actualmente, ¿cómo haces para vivir del cine y del audiovisual?

En los últimos cuatro años he estado trabajando en una agencia donde me dedico a la parte creativa. Básicamente guionizo, ruedo, edito… Hago el pack completo. No es cine, pero es el mismo medio. Pero bueno, nunca dejo de buscar mi oportunidad para hacer un largometraje. Que eso no significa que haga una peli y diga: “Hala, ya está todo hecho, ya no voy a hacer nada más”. No, seguramente haré esa peli y luego tendré que buscar otro trabajo, porque eso da algo de dinero y ya está, se derrumba.

En tu libro dedicas cada capítulo a una etapa de tu vida. Si tuvieses que escribir ahora un capítulo nuevo teniendo en cuenta tus nuevas experiencias, ¿a qué se lo dedicarías?

El capítulo 10 se lo dedico a crecer en este mundo de locos, sacar cortos como Des(a)mor, y uno nuevo que voy a sacar el mes que viene, que se llama Corre, Adela, que va sobre una niña a la que le viene la regla a mitad de un partido de fútbol. Porque a mí siempre me ha gustado mucho el mundo del deporte y quería hablar sobre cómo este mundo castiga la feminidad.

¿Y qué más? Pues a vivir también. A no dar importancia a muchas cosas de la vida, porque antes anteponía mi trabajo siempre, y ahora me doy cuenta de que no, de que, precisamente, poniendo la vida por encima de muchas cosas luego también surge el trabajo y no te da tanto sufrimiento. Entonces, al capítulo diez lo podemos llamar: “Disfrutando”.