Cuando en 2017 el #MeToo estalló en Hollywood, el mundo vio cómo cientos de mujeres del sector audiovisual alzaban la voz contra el acoso sexual y los abusos de poder. Lo que inició el caso de Harvey Weinstein acabó derivando en un movimiento que transformó la industria tal como la conocíamos. Desde entonces, las compañías han apostado por una mayor y mejor representación femenina. Se han creado figuras como la del “coordinador o coordinadora de intimidad” para asegurar el bienestar de los actores y actrices en las escenas íntimas. Este fue el comienzo de una evolución que aún sigue en marcha.
Desde que las mujeres alzaron la voz, el sistema fue cambiando. Y a día de hoy lo sigue haciendo. La industria de Hollywood no está en el punto en el que querríamos, pero está mejor que antes del silencio. Sin embargo, en España el eco del #MeToo ha sido mucho más apagado. A pesar de algunas denuncias aisladas, como los casos de Leticia Dolera, Carla Hidalgo, Maribel Verdú o las recientes acusaciones por parte de más de 50 mujeres a Eduard Cortés, no se ha producido un movimiento colectivo con la misma fuerza transformadora.

Uno de los mayores problemas para que una movilización similar prospere en España es la cultura del silencio que existe en la industria. A diferencia de Hollywood, donde las denuncias prendieron la mecha de un cambio estructural (pese a que no se ha dado de manera total), en España las denuncias quedan relegadas a casos puntuales y no se vincula a un problema sistemático. La falta de una colectividad dispuesta a alzar la voz ha dificultado la aparición de ese movimiento a gran escala.
¿Qué ocurre en España?
El año pasado, Kinótico realizó una serie de “mesas redondas” con personas dentro del mundo audiovisual. Entre ellas, destaca la que se realizó con las actrices Aixa Villagrán (La virgen roja), Alba Planas (La virgen roja), Carolina Yuste (La infiltrada), Emma Vilarasau (Casa en llamas), Itsaso Arana (Volveréis), Laura Weissmahr (Salve María) y Mireia Oriol (Soy Nevenka). En ella, Villagrán afirmó que en 2023 iba a darse un #MeToo en España, pero que nunca salió adelante.
Llegado a este punto, solo nos queda preguntarnos por qué no ha surgido este fenómeno. La respuesta no es sencilla, pero hay varios factores que pueden explicar este silencio. En primer lugar, el miedo a las represalias sigue siendo una barrera clave. Muchas profesionales, especialmente aquellas con carreras menos consolidadas, temen que denunciar signifique que se les cierren puertas a nuevas oportunidades.
Otro factor es la falta de apoyo por parte de las productoras y los medios de comunicación. Mientras en Hollywood las denuncias se amplificaron gracias al respaldo de las compañías y los medios, en España muchas productoras prefieren proteger a figuras influyentes en lugar de dar credibilidad a las víctimas. Durante la mesa, las actrices contaron casos de agresiones y abusos de poder en los que las denuncias acaban en nada y los agresores continúan trabajando en el sector.

El futuro del #MeToo
Eso no significa que no haya avances. En los últimos años, se han impulsado medidas como protocolos contra el acoso y la discriminación en rodajes. Sin embargo, aún falta una conversación real sobre el abuso en la industria audiovisual española, sobre todo en un contexto donde el miedo y la impunidad siguen silenciando demasiadas voces.
Desde luego, el #MeToo en España sigue siendo una asignatura pendiente. El verdadero movimiento llegará cuando la denuncia no sea una excepción valiente, sino una norma respaldada por toda la industria. Carolina Yuste dice: “Por protegernos, por dignidad o por lo que sea, desocupamos los espacios que siguen ocupando ellos. A ellos nadie les echa”. Y ya es hora de echarlos. De que la industria deje de mirar a otro lado y asuma su responsabilidad. Porque el cambio no vendrá solo. El cambio se exige y se trabaja. Y ya es hora de que llegue.